Las emociones incorporadas durante el proceso de enculturación crean una barrera al pensamiento, y por lo tanto, son fundamentales para la continuidad de una tradición. Las culturas son básicamente conservadoras porque su razón de ser es perpetuarse a sí mismas.
En resumen, todas nuestras acciones, ideas y sentimientos –lo que debemos y no debemos hacer, la forma en que tenemos que hacerlo, lo que hay que pensar y lo que no, la forma de percibir, e incluso lo que podemos llegar a imaginar– están condicionados por la cultura.