Su silencio es el mío. Sus ojos los míos, es como si ella me conociera desde hace mucho tiempo, como si lo supiera todo sobre mi infancia, sobre mi presente, mi futuro; como si cuidara de mi, como si me adivinara más cerca de pesar de ser la primera vez que nos veíamos. Sentí que ella era mi mujer[4]”, cuenta Chagall en “Mi vida”.