Quienes fuimos en el pasado, lo que hicimos, lo que nos hicieron… Una no puede despojarse de eso y convertirse en una persona nueva e inocente.
Charlie enarcó las cejas.
—Pero se puede intentar.
—Es como el fetichismo. Nadie se excita al lamerle los pies a otra persona, al coleccionar zapatos ni al frotarse el cuerpo con un globo solo porque sí. Conozco a un chico que de niño se metía debajo de la mesa de la cocina y se ponía a dibujar mientras su madre charlaba con sus amigas. Les miraba los zapatos y sabía que, si tocaba uno, lo descubrirían y tendría que irse. No hace falta que te diga lo que le pone ahora. Pero ¿qué pasaría si él no quisiera reconocerlo? Hace falta valentía para ser aventurero —dijo Odette mientras se alejaba de la barra, copa en mano—. ¿Y qué mejor aventura puede haber que el descubrimiento de nuestra verdadera naturaleza?