Esta historia se sitúa en un mundo irreal, entre la autocracia renacentista y los estados recién nacidos en el siglo XIX. El joven protagonista, gracias a su curiosidad, se ve inmerso en el enfrentamiento entre dos potencias territoriales. Sobre el amor, la lucha, la renuncia y la tregua. Julien Gracq posee el raro don de la escritura: las palabras, escogidas con precisión de orfebre, se encastran con magistral perfección en la estructura de las frases y del conjunto; párrafo a párrafo, surge la música, llena de matices, brillante en múltiples caroscuros. Su estilo inconfundible construye en El mar de las Sirtes un relato que parece pertenecer al mundo de los sueños: dos estados ficticios, enfrentados desde hace siglos por motivos que ya no recuerdan, están a punto de renovarse a través del conflicto armado íntimamente deseado por sus habitantes, para los que la lucha se convierte en la única manera de resurgir o resucitar tras una muerte consciente. Galardonada con el premio Goncourt en 1951, El mar de las Sirtes ha sido considerada por la crítica como la obra maestra de su autor, el único que, según André Breton, supo recoger y actualizar la herencia del surrealismo.