Sócrates se negó a dejar nada escrito. Para él, hablar era mucho mejor que escribir. Las palabras escritas no pueden replicarle a uno; ni tampoco explicarle nada cuando no las entiende. La conversación cara a cara, mantenía él, es mucho mejor. En una conversación podemos tener en cuenta el tipo de persona con el que hablamos y adaptar lo que decimos para comunicar el mensaje.