<!--StartFragment-->En La patrona, tercera novela de Dostoyevski, asistimos a un conflicto característico de la primera mitad del siglo XIX: la soledad del intelectual urbano, su incapacidad para llevar adelante proyecto alguno, su inutilidad y su dificultad para establecer vínculos con los sectores más carenciados de la población. Estos condicionamientos sociales en una época signada por una gran represión, censura y control ubicaban a los intelectuales rusos en una suerte de «callejón sin salida». Privados de herramientas para incidir de alguna forma en la realidad política o social, los artistas se entregaban a fantasías y ensueños que, de manera falaz, satisfacían sus necesidades espirituales. Es así como, en la literatura, aparece el tipo del «soñador». Fiódor Dostoyevski fue uno de los que más profundamente exploró en aquellos años la psicología y el conflicto de estos personajes.<!--EndFragment-->