La ideología capitalista postindustrial suele presentar al individuo como alguien cuyo disfrute no tiene límites, todo el tiempo dispuesto a traspasar las fronteras del placer a fin de satisfacer la expansión constante de sus deseos.
Pero, paradójicamente, es mucha la gente que no encuentra satisfacción en una sociedad que aparenta no tener límites, y es mucha la gente que se inclina, en cambio, hacia la autodestrucción.
El capitalismo siempre se aprovechó de nuestros sentimientos de inadecuación así como de la confianza en que somos libres para decidir el camino que tomaremos en el futuro y que nos llevará a una vida mejor.