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María Bastarós

No era a esto a lo que veníamos

  • Alicia M. Mareshas quoted16 hours ago
    “hay momentos en que toda la ansiedad acumulada se sosiega en la infinita indolencia y reposo de la naturaleza”
  • Alicia M. Mareshas quoted17 hours ago
    Es entonces cuando sucede. En un momento dado, el caballo la mira. No gira la cabeza hacia ella ni pasa la vista por encima de su rostro: de verdad la mira. La observa. Sus ojos son dos planetas oscuros, profundos y relucientes. A ella se le ocurre que son la cosa más hermosa que ha visto. Que esos ojos son algo sencillo, puro, despojado de todo artificio. Un espejo que le devuelve un reflejo sereno de sí misma.
  • Alicia M. Mareshas quoted17 hours ago
    Cree que debería darle igual a todo el mundo. Que es una soberana estupidez. Que si todas las catedrales del mundo colapsaran un día determinado, a la misma hora, no sucedería absolutamente nada. Solo moriría algún grupo de turistas. Y siempre habría más turistas para reemplazar a los anteriores.
  • Alicia M. Mareshas quoted17 hours ago
    Su madre se encarga de hacer las llamadas pertinentes: ella no tiene opinión, su voz y su cerebro son dos agujeros negros, y debajo cementerios, y luego la tierra infectada.
  • Alicia M. Mareshas quoted17 hours ago
    Pero la hija no se ha dado cuenta: el dolor es una venda apretada que le impide ver más allá de sus pestañas.
  • Alicia M. Mareshas quoted17 hours ago
    Ella no quiere hacerlo, pero finalmente cede. Se percata de que su furia va dando paso a una especie de sopor agónico, a un ruido blanco de tristeza informe, a una incapacidad para tomar decisiones.
  • Alicia M. Mareshas quoted17 hours ago
    Que él pronto se reunirá con ella, ya sin su mujer, y volverá a acariciarle la cabeza mientras respira de esa forma pausada que, sin duda, tiene algún significado, uno profundo, que nada ni nadie puede aniquilar tan rápido.
  • Alicia M. Mareshas quoted17 hours ago
    se ven obligados a abandonar la ciudad y empezar de cero en un lugar nuevo, como Amiens o Chartres, lugares donde las catedrales se elevan hacia el cielo igual que su amor, haciéndole cosquillas a Dios en el mentón. A algunos religiosos aquella altura desmesurada les parecía imprudente, demasiado osada, un testimonio de la soberbia del ser humano. A ella, sin embargo, le parece que lo sublime solo está al alcance de los valientes.
  • Alicia M. Mareshas quoted2 days ago
    Se le ocurre que es un ruido demasiado intenso, que el hombre debe de tener más dientes de lo normal. Lo imagina con el paladar lleno de colmillos, la cavidad bucal entera forrada de nácar.
  • Alicia M. Mareshas quoted2 days ago
    A esas horas, en torno a las cinco de la tarde, el sol empieza a ponerse y el cielo se vuelve morado, naranja, amarillo. Cuando sea mayor, casi tan mayor como su madre es ahora, la niña escribirá un poema sobre ese cielo, y su mejor amiga llorará al leerlo.
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