Socavadas las patas de la mesa discursiva del siglo – el nacionalismo, el cristianismo y la tradición marxista – la avalancha neoliberal nos pilló vaciados y desnudos a todos. La izquierda reemplazó la planeación centralizada por el mercado, y el centralismo democrático por la democracia representativa. El ejemplo histórico estaba a la mano: la socialdemocracia europea. Sin embargo, el liberalismo estaba siendo avasallado en todas partes por el neoliberalismo, el discurso y práctica que articula la sociedad entera alrededor del mercado – no solo como sociedad con mercados, sino que sociedad de mercado -, y transformaba profundamente el Estado de Bienestar socialdemócrata.
Los mercados libres y las leyes democráticas no son suficientes para construir una sociedad de la calidad que añoramos los ciudadanos en Chile, con más intuición que claridad, y que creemos percibir en ocasiones, con impaciencia y envidia, en otras latitudes. Recordemos a Nicanor Parra, uno de esos poetas más grande que Chile que en este suelo ocurren, cuando dice que, más que un País, somos un paisaje con pretensiones de País.
A convertir la pretensión en solidaridad, y la solidaridad en poder hacer historia.
Son pequeñas composiciones de frases sacadas casi al azar del texto.