Ambientada en «un Madrid absurdo, brillante y hambriento», Luces de bohemia es la primera de las obras teatrales que el propio Valle-Inclán calificó de esperpento. Se trataba de un nuevo género teatral. Una manera de observar el mundo que le valdría un lugar de honor en la literatura en lengua española del siglo XX.
Es el propio protagonista de la pieza teatral, Max Estrella, un poeta muerto de hambre y ciego, quien acuña el término en la Escena Duodécima:
«El esperpentismo lo ha inventado Goya. […] Los héroes clásicos reflejados en los espejos cóncavos dan el Esperpento. El sentido trágico de la vida española solo puede darse con una estética sistemáticamente deformada. […] España es una deformación grotesca de la civilización europea. […] Las imágenes más bellas en un espejo cóncavo son absurdas».
En Luces de Bohemia Valle-Inclán denunciaba la realidad de su época. A través de Max, se disecciona la España de la Restauración. Era, en la visión de Valle-Inclán, un país opresivo, injusto e inconsciente de su propia monstruosidad.
Este es un arquetipo célebre en la literatura. Existe desde Edipo, el mítico Homero y Demócrito. Y lo vemos aquí en la ceguera de Max, que se convierte en la base paradójica de una mirada más lúcida.
Los escritores y artistas bohemios y las dificultades y grandezas de su estilo de vida son el tema de fondo. El argumento es la muerte de Max Estrella, bohemio y anarquista, en parte inspirado en el poeta modernista Alejandro Sawa, amigo de Valle-Inclán.
Max es acompañado y traicionado por don Latino en su última noche.