Me parece semejante a los dioses
el hombre a lado tuyo, que frente a ti
se sienta y escucha de cerca mientras
4 con placer hablas
y ríes encantadora; a mí por ello
el corazón, en el pecho, me vuela;
pues si te miro un instante, decir ya
8 nada es posible:
la lengua se me rompe, y al momento
un fuego agudo me recorre la piel;
con los ojos nada veo, y me zumban
12 los oídos;
y un sudor me empapa, y de mi toda
un temblor se apodera; soy más verde
que hierba y parece que poco falta
16 para morir.
pero todo ha de soportarse...