Mestiza Power

CONCHI: Mi abuela me regaló historias de mi pueblo, de mis antepasados, de los espíritus que habitan el monte y de los animales que habitan el mundo. Así como cosía sus hipiles de hilo contado, me cosió historias y canciones en la memoria. No sé cómo le hizo pero están ahí junto con su sonrisa y su pelo blanco. Yo las dejo en esta obra porque me preocupa que, como un día desapareció mi abuela, sus cuentos desaparezcan de mi cabeza y no los vuelva a narrar nadie.

yo elegí sus historias. Esas que parecían luciérnagas iluminando la noche. Las que enseñaban secretos y volvían mágicos los rincones de la casa. Las que me enseñaron a escuchar a los árboles. La mata de tamarindo es testigo de ello y de las veces que subí a conquistarla y llevarme sus tamarindos como botín… y de las otras veces que llegando a la cima no encontraba la manera de regresar a la raíz.

—Los dioses ya no miran hacia abajo.

—Y los hombres ya no miran hacia arriba.

—¿Has oído hablar que para ahogarse a veces sólo basta una gota?

Porque hay silencios de amor y silencios de muerte.

eso dios ha abandonado tu cuerpo, te duele más haber perdido tu hombría que la fe.

ELENA: Mi marido siempre dice: "Cuando nace un varón, la tierra se pone feliz porque han llegado nuevas manos para acariciarla, mas cuando nace una niña, los pájaros lloran por su inútil nacimiento".

Deseo que mi abuela sea feliz bajo la ceiba, como lo soy yo al recordar sus historias.

¿A dónde se irán las palabras si no las volvemos canción y las repetimos?

¡Porque aunque la tierra es tierra le gusta que la respeten!