Los densos pinos dejan caer sus piñas cónicas; desmelenadas, las palmeras, con los pantalones cayéndoseles tronco abajo, dicen: Ha ocurrido, el milagro ha llegado, todo empieza hoy, todo lo que tocas acaba de nacer; la luna nueva, con su séquito de estrellas; el soleado día, arrebolándose en un fulgor de gozo; toda la parafernalia de la existencia, mis tristes compañeros de estos últimos veinte años, las ollas y sartenes de la cocina de la señora Wurtle, calles como cintas, geranios marchitos, flacas piernas de niños, el mundo entero me invita a su alegría, eléctrico se abalanza a abrazarme, reclamando por fin su nacimiento.