Tenía las plumas más hermosas que había visto en su vida, de un rojo púrpura y un azul encendido. Pero sus ojos eran muy tristes. Preguntó a su madre de dónde procedía ese pájaro y al oír decir que de África, comprendió que el ave estaba condenada a morir en aquella jaula, lejos del lugar al que Dios la había destinado.