Todos esos saltos de vida, todas esas genuflexiones de la muerte, toda la tremenda invasión de savia te atrapa, te arrastra en medio de su sorda matanza, te azuza y se burla de ti, de tu pequeñez de viajero cómodamente sentado en la ventanilla de un vagón, de tu dignidad de rey de la creación, de tu seriedad estéril y abstracta de criatura inteligente y libre