Especimen

Ahora sé que ser feminista se trata de tener el poder de elegir, entre varias opciones, la vida que uno quiere construir. Y poder cambiar de opinión y elegir otra. Y otra. Y que el juicio del resto no te afecte. Ni siquiera el de tus hijos. El feminismo tiene que ver con la libertad.

Pienso que alguna vez, aunque ya no lo pueda recordar, fui como mis hijos. Pienso que algún día, que aún no puedo imaginar, ellos van a ser como yo soy ahora. Y quizás no se van a acordar de bailar conmigo en el living. Quiero que se acuerden de bailar conmigo en el living. Y lloro.

Desde la frustración de ser niña y no poder hacerlo todo, hasta la frustración de ser adulta, y sentir que ya era muy tarde para hacerlo todo.

¿por qué no disfrutan, nomás de ser cabros chicos y no entender las cosas? Todo se arruina cuando uno empieza a entender las cosas.

He visto fachadas cambiar y casas destruirse. He visto aparecer edificios en las dunas, y he visto llegar a gente de distintos colores y razas. Estuve ahí mientras mi ciudad cambiaba. Estuve ahí, cambiando con ella.

Recordé que mi mamá nunca puede ver los penales y termina yéndose a otra pieza, reapareciendo sólo para celebrar cuando hay goles. Ahora yo hago lo mismo, la ansiedad es demasiado grande.

El fútbol tiene eso. Esa capacidad de infundirte una alegría completamente irracional que te hace olvidar hasta las responsabilidades.

Soy Aldea Pardo porque mis papás son Fernando Aldea y Eleonora Pardo. Mi nombre no lo elegí. No elegí nacer donde nací, ni tener los hermanos que tengo. Soy de la U porque mis papás son de la U. Amo a mi familia. Amo a la U. No elegí a ninguna de las dos. Las dos me han hecho feliz y me han hecho sufrir. No me cambiaría de equipo como no me cambiaría de apellido.

La ignorancia es una bendición y yo cada día soy menos ignorante.

Éste es el presente más presente. Y me gusta. Me gusta cómo se sienten las cosas al ir descubriéndolas; las decisiones al ir tomándolas. Y las posibilidades, todas en el aire.

Cuando chica, vivía preocupada de cuál iba a ser esa “gran cosa” que iba a hacer con mi vida. Cuál iba a ser mi legado, cuál era “La Razón” por la que yo había llegado a este mundo. Me estresaba y me ponía ansiosa pensando en lo rápido que pasaba el tiempo. De repente ya no era adolescente, y de pronto, se me acababan los 20, y aún no había hecho algo digno de ser recordado después de mi muerte. Leía sobre autores publicados a los 17, pintores prodigios a los 20, y me sentía prematuramente vieja. Irrelevante. Presionada. Quería ser recordada. No sé si famosa, pero importante. Trascendente. Y cualquier cosa menos que eso me parecía aspirar a poco. Quería hacerlo todo y quería hacerlo rápido.

Crecí, menos mal, y ahora ya no siento eso.