Una novela sobrecogedora sobre un tema de dolorosa actualidad. El maltrato de mujeres en la relación conyugal es una de las mayores sordideces que se viven a diario en nuestro mundo. Y en esta historia de profundas connotaciones humanas, rara penetración psicológica y alta factura literaria, Anna Quindlen traza el descarnado y conmovedor retrato de una mujer que un día dijo basta Frances Benedetto abandona a su marido tras sufrir un nuevo acceso de violencia de su cónyuge, y un aborto. Le abandona llevándose a su hijo Robert con la ayuda de Patty Bancroft y cambia Nueva York por Florida. Allí es Beth Crenshaw, vive con su hijo en un cuchitril donde no tiene que pagar alquiler ni sabe su número de teléfono, y no puede ejercer de enfermera, su profesión, para no llamar la atención. Le consiguen un trabajo, conoce a los vecinos, anima a su hijo para que se relacione con otros niños, lo mete en un colegio y ella misma se hace una buena amiga que le ayudará a volver a vivir. Sin embargo nunca le abandona el miedo y para no echarse atrás tiene que recordar cada golpe que le propinó su marido, rememorar el sabor de la sangre, volver al pasado y ver que tuvo abortos, que tuvo que mentir una y otra vez, que tuvo que correr con una costilla rota…. En Florida conoce a otro hombre, profesor de gimnasia de los niños del colegio donde va su hijo, y se deja mimar por él, sin embargo Frances no puede decirle a nadie que ella es neoyorquina, que echa de menos a su hermana, que su marido le golpeaba y que ha huido con su hijo. Y además sabe que su marido la buscará hasta encontrarla.