Tenían mucho espacio libre, y disfrutarían de la compañía.
La anciana preparó café y les ofreció pastel, y los cuatro hablaron durante algún tiempo. Entonces condujeron a la joven pareja hasta su habitación. Ellos insistieron en pagar por su gentileza, pero el señor mayor dijo que no aceptaría dinero alguno.
La joven pareja se levantó temprano a la mañana siguiente, antes que sus anfitriones hubieron despertado. En una mesa cercana a la puerta principal dejaron un sobre con algo de dinero por la habitación. Después de eso fueron a la siguiente ciudad.
Se detuvieron en un restaurante y desayunaron. Cuando le dijeron al propietario donde habían pasado la noche, él se quedó muy sorprendido.
—Eso no puede ser —dijo—. Esa casa se quemó por completo, y el hombre y la mujer que vivían allí, murieron en el incendio.
La joven pareja no podía creerlo. Así que regresaron al lugar. Pero ya no hallaron la casa. Todo lo que encontraron fue una estructura quemada.
Ellos permanecieron unos momentos observando las ruinas e intentando comprender qué había pasado. Entonces la mujer gritó. En los escombros había una mesa prácticamente carbonizada como la que habían visto en la puerta principal. Sobre la mesa estaba el sobre que habían dejado aquella mañana.