Carson demostró que, al matar indiscriminadamente a casi todos los insectos, el DDT tuvo un efecto devastador no solo sobre sus pretendidas víctimas, sino también sobre el resto de la cadena alimentaria, pues pasaba directamente a las aves y, por último, a los seres humanos, produciendo cáncer y otras enfermedades. Carson sostenía que en el futuro la primavera sería silenciosa, ya que no quedarían pájaros que cantaran.