Las obras de Flavio Josefo no requieren presentación. Ampliamente citadas por historiadores cristianos de la antigüedad: Eusebio de Cesarea (275–339), Sozomeno (400–450), y por diversos Padres de a Iglesia: Jerónimo, Ambrosio, Casiodoro, siempre han sido consideradas como fundamentales para constatar el relato del Antiguo Testamento y certificar históricamente hechos del Nuevo Testamento. Juan Crisóstomo las califica de «testimonio útil para certificar la historicidad de los libros del Antiguo Testamento». Sin la información que aporta Josefo, sería imposible hacernos una idea clara de la situación vivida por Israel durante el período intertestamentario o la época de los Hechos de los Apóstoles y las Epístolas. Pero el valor documental singular y extraordinario de las obras de Josefo para el mundo cristiano radica de manera especial en lo que en lenguaje técnico se denomina el “Testimonium flavianum” o “Testimonio Flaviano”. Esto es, algunos párrafos de Josefo, en especial de las Antigüedades de los Judíos, que hacen mención de Juan el Bautista, de Jacobo el hermano de Jesús, y particularmente una referencia indirecta al propio Jesús; convirtiéndolas en el único documento histórico salido de la pluma de un escritor no cristiano del Siglo I que cita directamente personajes y hechos del Nuevo Testamento. Junto con la Historia Eclesiástica de Eusebio de Cesarea (también publicada por CLIE) las obras de Flavio Josefo constituyen un preludio y un postludio al Nuevo Testamento cuyo conocimiento y estudio resulta esencial para la comprensión del mismo, y que por tanto, todo creyente debería leer sin falta. Los textos de Josefo no son una novedad. A lo largo de ls historia ha habido numerosas ediciones de los mismos con diversas traducciones al español, bien sea en ediciones abreviadas e ilustradas (como la publicada por Editorial Portavoz) o en ediciones completas, como la publicada por CLIE en los años 80.