Aprendí a escribir dibujando. Se trataba de inventar, a lápiz, pero regularmente con colores, un lenguaje. Tal vez ni siquiera quería comunicar algo; me gustaba copiar palabras, ir coleccionando figuras. Tenía un poco de dislexia y al escribir omitía vocales, las cambiaba de lugar, les inventaba otro significado: cuando escribía conejo quería decir vida; cuando escribía pez quería decir mar; cuando tiburón, dientes; cuando dibujaba mi nombre quería decir me siento feliz, o me siento triste, todo dependía del color con el que lo escribía.