otras palabras, si existe una razón para la felicidad, la felicidad se da, como si lo hiciera espontánea y automáticamente. Por eso es necesario no perseguir la felicidad, uno no necesita preocuparse por ella cuando existe una razón para ella.
Pero, más aún, uno no puede perseguirla. En cuanto uno convierte a la felicidad en objetivo de su motivación, necesariamente la hace objeto de su atención. Y precisamente al hacer eso pierde de vista la razón para ser feliz y la felicidad misma se desvanece.