“Hablo como en mí se habla. No mi voz obstinada en parecer una voz humana sino la otra que atestigua que no he cesado de morar en el bosque”, dice la hablante de Extracción de la piedra de la locura, transmitiendo para siempre a los jóvenes que la leerían con devoción durante los últimos cuarenta años, el aprendizaje de que una fractura imposible de soldar separa el que dice yo en el poema del yo de quien escribe. En esa fractura es donde mora la muerte, muerte del sentido entendido como completud, muerte del monopolio del enunciado, muerte de dios entendido como autor. (Fragmento del artículo de Tamara Kamenszain “Entre la muerte del yo y el yo muerto: una travesía pizarnikiana por el siglo XX”, publicado en Point of contact, Vol. 10, N1–2, 2010)