Una herencia aleja a Eugenia de su Granada natal y la conduce a un mundo de privilegio y riqueza que su madre siempre había soñado para sus hijas. Bella, cosmopolita y apasionada, los mejores partidos de España caen a sus pies. Menos el único hombre al que ama, el duque de Alba, que prefiere a su hermana Paca, mas sensata. Herida en su orgullo, Eugenia viaja a París donde conoce al emperador Napoleón III. Le conquista hábilmente y con el tiempo se ciñe la corona imperial de Francia. Vive la gloria, el destierro y al final la soledad, pronunciando estas célebres palabras “Es como si Dios me lo hubiese querido dar todo para después arrebatármelo poco a poco”.