El Vicente Calderón fue algo más que un estadio de fútbol. Constituyó una referencia espiritual tan potente que dejó un recuerdo indeleble en el interior de muchas personas, además de un puñado de metáforas que apenas tenían que ver con el fútbol.
Estas memorias describen el viaje vital de una de esas personas. Uno que empieza en los ojos de un niño fascinado y que termina con la melancolía de un adulto que ha disfrutado del viaje. Este es el recuerdo de las anécdotas, de los personajes que habitaban el estadio y de unas entrañas que cada vez eran más vetustas. Es contar la vida desde un asiento en la grada.