En Lima los suburbios eran tan inmundos y desolados como en Santiago. Kilómetros y kilómetros de chabolas hechas con cartones y bidones metálicos, tejados de latas aplastadas. Sin embargo, en Chile están los Andes y el cielo azul e instintivamente levantas la mirada, por encima de la fetidez y la miseria. En Perú las nubes se ciernen bajas, lúgubres y húmedas. La llovizna se mezcla con las míseras fogatas. Un trayecto largo y gris hasta el centro.