El celibato parece estar en vías de extinción. Recomendado por el mismo Jesucristo, la Iglesia lo considera un carisma superior al don del matrimonio, y ha sido siempre en sus múltiples formas fuente de vida cristiana en el mundo.
¿Es posible que ya no tenga sitio en los planes salvadores de Dios? ¿Qué razones hay para seguir ese camino en la actualidad, si es Dios quien llama? ¿Qué razones hay, si el matrimonio es un verdadero camino de santidad y un modo maravilloso de contribuir a extender el reino de Dios?