Oye, no digas eso. —Ravi le agarró aún más fuerte las manos—. Yo sí te creo. Siempre, pase lo que pase. Es mi deber, ¿de acuerdo? —Le sostuvo la mirada, cosa que le vino muy bien, porque, de pronto, la de ella estaba húmeda y pesada, demasiado como para mantenerla sola—. Somos tú y yo. Equipo Ravi y Pip. No tienes que intentar demostrar nada. Confía en tu instinto.