El libro asume de manera clara y directa que las ciencias sociales que recoge una tradición que ya, desde el informe de la Comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales (Wallerstein, 1996), las caracterizan, a saber: su desprendimiento de la filosofía en el siglo XVII, su recorrido para posicionarse en el concierto del conocimiento académico, su centralidad en el conocimiento, la referencia que ellas hacen al mundo empírico, que puede ser indagado mediante el uso del método científico, sin que este se reduzca al experimento de laboratorio. Todo lo anterior se puede enmarcar para efectos reflexivos y de producción de un nuevo conocimiento que esté “al otro lado del neoliberalismo” [Álvaro Díaz Gómez]