Amor, honor y poder son tres conceptos fundamentales en la poética dramática de Calderón que, además de remitir obligadamente a una de sus primeras comedias, resumen con precisión sus ideas acerca del teatro, aquí ejemplificadas a través de una reflexión sobre ciertos temas y motivos de su teatro serio y cómico. En el serio, a través del ejemplo paradigmático del uso de la historia y la construcción de los personajes en La cisma de Inglaterra, o del análisis de las marcas distintivas de la figura del tirano; en el cómico, ensayando una instrumentalización del amor como eje rector de la arquitectura dramática, y también como engranaje fundamentador de la caracterización y motivaciones de los personajes en escena, en obras como El escondido y la tapada, El castillo de Lindabridis o El encanto sin encanto. Una tercera parte del libro trata de un último aspecto aplicable otra vez a su teatro serio y cómico: un Calderón que reescribe (ese Alcalde de Zalamea atribuido a Lope de Vega) y es reescrito por otros dramaturgos posteriores como la versión decimonónica de Fuego de Dios en el querer bien de Manuel Bretón de los Herreros).