El Buda y el bebé
Hace dos mil quinientos años, el Buda utilizó una técnica de aprendizaje práctico para ayudar a una mujer afligida a aceptar la realidad de la muerte de su hijo. El niño había fallecido poco después de aprender a andar, y, sumida en un estado de angustia, la mujer pasó varios días recorriendo las calles con el niño en brazos y pidiéndole a todo el mundo alguna medicina para salvar a su hijo. Al ver su comportamiento, el Buda le dijo que sabía de una medicina que la ayudaría, pero antes tenía que reunir un puñado de semillas de mostaza, una semilla de cada casa en la que no hubieran conocido la muerte. Al ir de casa en casa y verse incapaz de recaudar las semillas, se dio cuenta de que la muerte en general, y la muerte de su hijo en particular, era una realidad. A través del discernimiento, la mujer abandonó su conducta irracional.5