Si Mark Twain es uno de los escritores que mejor ejemplifica las contradicciones de su tiempo, su ingente confianza en los proyectos tecnológicos de la última mitad del siglo XIX a la vez que su escepticismo y desilusión que el mismo progreso le causaba, Un yanqui en la corte del rey Arturo es el fiel reflejo de esa dicotomía. Empieza burlándose y satirizando el pasado medieval y acaba cuestionando la superioridad del presente moderno e industrializado