Hasta que una noche Jude sabe que sus esfuerzos ya no lo satisfarán: necesita hacerse cortes, muchos y profundos. Las hienas han empezado a soltar pequeños y agudos aullidos que parece que procedan de otra criatura, y él sabe que solo el dolor las acallará. Piensa en qué va hacer, puesto que está previsto que Willem regrese dentro de una semana. Si se corta ahora, las heridas no habrán cicatrizado del todo y se enfadará. Pero si no lo hace no sabe qué puede ocurrir. Tiene que hacerlo, tiene que hacerlo. Se da cuenta de que ha esperado demasiado; ha sido muy poco realista creyendo que podría aguantar hasta el fi