Natalie Goldberg, una estudiante estadounidense de Zen y autora de Writing Down the Bones: Freeing the Writer Within, de manera semejante sugiere conexiones entre la meditación, la afirmación del mundo y la precisa interpretación de los detalles en la escritura. Insiste en que un escritor «debe decirle sí a la vida, a toda la vida: los vasos de agua, el helado de vainilla Kemp, el kétchup en la barra». Los escritores deben «aceptar las cosas tal como vienen, aprender a amar los detalles y avanzar con un sí en nuestros labios» (1986, pág. 44). Goldberg conecta esta afirmación de los particulares mundanos directamente con la meditación Zen y sus borraduras del ego: «Katagiri Roshi dijo: “cuando haces zazen, debes haberte marchado. Por consiguiente, el zazen hace zazen. Ni Bárbara ni Steve hacen zazen”. Esto es también como debes estar cuando escribes: el escribir hace al escribir. Tú desapareces: simplemente tomas notas de los pensamientos que están surcándote»