«La verdadera magia, la magia divina, consiste en utilizar todas las facultades, todos los conocimientos para la realización del Reino de Dios en la Tierra. Muy pocos magos, han alcanzado ese grado superior en el que cesa cualquier interés por las prácticas mágicas en sí mismas, en el que cesa cualquier deseo de gobernar a los espíritus para satisfacer nuestras ambiciones personales, siendo el único ideal el trabajar en la luz y para la luz. Los que lo consiguen son teurgos, y su trabajo es completamente desinteresado. Esos son los verdaderos bienhechores de la humanidad».