Colombia ha sido descrito como un país legalista y ajeno al militarismo, de tradición democrática y civilista, al mismo tiempo que violento y represivo. Un país aislado y con un desarrollo económico lento, pero con una política económica exitosa que nunca cayó en tentaciones populistas. Un Estado débil e incapaz de ocupar todo el territorio, aunque controlado por una oligarquía autoritaria y represiva. Un país con movimientos sociales avanzados y con una guerrilla activa durante medio siglo, pero con una política liberal estricta y un electorado sin tentaciones izquierdistas. Desde 1930, la tensión entre liberales y conservadores, así como el levantamiento guerrillero desde 1958, llevaron a Colombia a una elevada violencia.