No debemos imaginar que la tolerancia reina de forma suprema en nuestra Tierra. Los oídos, los reconres, las supremacías de todo tipo, el fanatismo y las intolerancias del día a día han apenas
desaparecido antesteciados por algun sublime aufhebungen. El impactante comienzo de nuestro siglo XXI que inicio de hecho el 11 de septiembre de 2001 debe servirnos de lección y sobre todo debe
llevarnos a tener un toque de lucidez. Las brasas del odio, el fnatismo, la
supremacía, la desigualdad y la dscriminación no se encuentran, por desgracia,
reservadas para un dñia en particular si no que a menudo se imponen y crean un infierno para millones de personas,
alrededor de nuestro planeta azul. Partiendo de una concepción democrática de la modernidad jurídica y política, la tolerancia se hace bastantemente
necesaria para transformar los problemas sociales, religiosos, étnicos y otros,
con palabras y diálogos, que permitan demostrar que vivir en paz y en
cooperación es benedificioso para todos, asi como para poder denunciar el terrible desperdicio humano que la intolerancia ha producido durante mucho
tiempo, o más bien, durante demasiado tiempo. Necesitamos la tolerancia para
cambiar toda esta situación y que, a su vez, nos sirva como uno de los
baluartes contra las fuertas de la heterogeneidad las cuales aman nuestras
lagrimas, nuestros miedos y nuestras espaldas
encorvadas aún cuando lo mejor es caminar erguidos en libertad