Algo especial hizo Job para conquistar el corazón de Dios a tal punto que el Señor le dijo al enemigo: ¿Te has puesto a pensar en mi siervo Job? No hay en la tierra nadie como él; es un hombre recto e intachable, que me honra y vive apartado del mal? (Job 1:8).
Dios tiene emociones. Siente dolor, pero también siente placer, y a nosotros se nos ha dado el privilegio de poder tocar su corazón. Pero lo mejor de todo es que fue él quien tomó la iniciativa de buscarnos y conquistar nuestro corazón. Jeremías dijo: ¡Me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir! Fuiste más fuerte que yo, y me venciste (Jeremías 20:7).
Desde el momento en que el autor supo que podía conquistar el corazón de Dios y gozar de su favor, eso se convirtió en el propósito de su vida. Pero no solo lo quiere para él, sino también para su casa, su iglesia y su nación.
David fue otro hombre que conquistó el corazón de Dios y gracias a él, Dios hizo del monte de Sion el lugar de su morada. El Salmo 132:13–14 dice: El Señor ha escogido a Sion; su deseo es hacer de este monte su morada: «Éste será para siempre mi lugar de reposo; aquí pondré mi trono, porque así lo deseo».
El autor tiene el propósito de compartir todo lo que ha ido aprendiendo en su peregrinación, tratando de conquistar el corazón de Dios y haciendo de su vida y de su iglesia un lugar en donde Dios sienta deseos de estar y permanecer. Las Escrituras nos insisten en que cuando los creyentes se reúnen a adorar, Dios está en medio de ellos; sin embargo, en su opinión esto no siempre sucede porque él quiere, sino porque «le toca estar». Está presente porque él mismo dijo: Donde dos o tres se reúnen en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mateo 18:20). Pero hay momentos en los cuales Dios quiere realmente estar en medio de nosotros. Son momentos en los cuales siente placer; se siente amado, deseado… Ese es el tema que quiere comunicar para bendecir a otros: ¿Cómo conquistar el corazón de Dios?
Su respuesta se va desarrollando desde el principio bíblico según el cual fuimos creados para Dios, indicando que es Dios quien toma la iniciativa en esa conquista, lo que es el lugar de su presencia, qué hacer cuando Dios no está, cuáles son las razones de que su presencia nos sea quitada, la gloria que solo le pertenece a él, el pecado del hombre y la ausencia de Dios, la falta de respeto ante su presencia y la restauración de esa presencia del Tres Veces Santo. Explica cuál es el camino hacia Dios, qué sucede cuando Dios responde, el poder que tiene la alabanza en este proceso y la forma en que la presencia de Dios atrae hacia sí a los seres humanos, despertando en ellos hambre y sed de su Creador y Redentor, que les brinda su perdón y su amor en medio de esa presencia en nuestra vida, en la vida de nuestra familia y en la de nuestra iglesia.