Para mí los hombres son unas rameras. Siento necesidad de burlarme de ellos, de hacerles mal… A ti te he sido infiel por gusto de hacerte daño, de pincharte… ¿Esto me vendrá desde las cavernas?
En mi Harem tendría a los hombres desnudos, colgados, como cuadros.
¡Los tendría alfombrándome el suelo, gordos, bien cebados, y al entrar, los pisaría, los hundiría, les pegaría con el taco en la cabeza!