En nuestra familia todo mundo trata a los demás con gran respeto por su inteligencia. Esto vale también para los animales. Todo lo que les pasa a ellos se nos explica a nosotros. Nunca ha sido cuestión de decirnos: “Harold, lindo perrito” o “Usa la caja con arena Chester”, en nuestra casa. Oh, no; con nosotros más bien se dice. “Oye, Harold, papi se ganó un aumento y ahora nos van a cobrar más impuestos” o “Ven a la cama, Chester, vamos a ver el programa Reino Salvaje. A lo mejor descubres un pariente”. Lo que demuestra lo amables que son. Después de todo, el señor Monroe es profesor universitario y la señora Monroe es abogada, así que nos consideramos un hogar sumamente especial. Y en consecuencia, somos unas mascotas sumamente especiales