De los cuatro títulos que componen el ciclo El mar de la fertilidad, Mishima expone en éste, con mayor crudeza, su ansia de belleza y de perfección. En efecto, con los indicios de una segunda guerra mundial como telón de fondo, el abogado Honda intuye en Thailandia y en la India el primitivo espíritu del Japón a través de los rituales brahmánicos de la vida y de la muerte, de la transmigración y de la purificación. A su regreso al Japón, Honda se vuelve espectador. Aún aspira a reencontrarse con el viejo espíritu, pero ahora con la serenidad que le da la madurez de la vida y desde su actitud de voyeur.