Pienso que un lector no es alguien que acumula lecturas, sino, más bien, alguien que aprende a leer de distintas maneras, guiado por diferentes preguntas, a lo largo de su vida. No creo que nadie aprenda a leer de una vez y para siempre. Todo gran texto —incluso toda gran película y todo gran disco— nos pone en situación de tener que volver a construir modos de indagación y contacto con el objeto. Quisiera pensar que pude escribir no solo sobre textos y películas que me conmovieron, sino también sobre esas pequeñas modulaciones en mi percepción.
Las historias no son más que historias. Se cuenta, se leen, a veces se escriben. El problema es comprender su poder para deformar. Comprender la distancia atroz entre la vida y las palabras. Alcanzar, por un momento, la certeza de la incomunicación que anida en el lenguaje.