ese bellísimo Poema de Gilgamesh (2500-2000 a. C.) que, en su arranque, y al referirse al escriba que lo transcribe, contiene la más poética y metafórica definición de lo que es un lector:
Aquel que todo lo ha visto, que ha experimentado todas las emociones, del júbilo a la desesperación, ha recibido la merced de ver dentro del gran misterio, de los lugares secretos, de los días primeros (...). Ha viajado a los confines del mundo, y ha regresado exhausto, pero entero.