“Lo que llamamos en otros pecado, consideramos en nosotros como experiencia”, Ralph Waldo Emerson. Así empieza todo, con una frase impresa en un marcapáginas que va pasando de mano en mano insertado entre las hojas de un libro o escondido en un cajón de un hotel. Ése es el eslabón de papel de la cadena que engarza a los personajes de esta novela. Cada persona que lo recibe lo lee y lo interpreta de una manera distinta según su forma de ser y sus circunstancias. Es el nexo de unión entre los personajes: la madre cuya maternidad es su razón de ser, el psiquiatra que recuerda un episodio de su niñez, la joven que viaja en tren, el hombre que propina una patada a su propio perro…
Una variada gama de personajes e historias que no dejarán indiferente al lector, que le llevarán a pasar de un lugar a otro y de una mente a otra en un viaje intenso.
Como dice Helen en el capítulo “Navegar”: "¿Cómo vamos a considerar pecado nuestra experiencia si nosotros sabemos por qué hacemos lo que hacemos? Si, tristemente, somos conscientes de que no hemos tenido ocasión de hacerlo mejor, de actuar de otra manera”.