Una sátira cruda y desternillante sobre el desencanto político.
Coe en estado puro y en plena forma.
En el centro de esta historia está la amistad de Rachel y Alison, que recorre con altibajos sus vidas desde la infancia. Y al fondo una figura real, David Kelly, inspector de armamento de Naciones Unidas en Irak, envuelto en el escándalo de la filtración de datos que ponían en entredicho a Tony Blair, y cuya muerte –oficialmente un suicidio, aunque siempre hubo sospechas de otra cosa— supuso el fin de la inocencia para una generación. Las vidas de Rachel y Alison se cruzan con las de una serie de personajes estrafalarios e inolvidables: una cantante que vivió tiempos mejores y trata de recuperar su popularidad en un reality show en la selva australiana; un profesor obsesionado con una elusiva película que vio de niño llamada El jardín de cristal; un joven oficial de policía empeñado en aplicar criterios sociopolíticos en sus investigaciones mientras trata de conquistar a una casta profesora católica; un supermillonario que contrata a una tutora para que enseñe a su hijo a comportarse como un chico normal de clase media; unos cuantos monstruos, reales o imaginarios, que incluyen desde una horripilante araña que aparece en un naipe hasta el del Lago Ness; un iracundo magnate de la prensa y su hija aspirante a columnista ultraconservadora… Esta última forma parte de la poderosa familia Winshaw, que ya aparecía en una de las obras más celebradas de Coe, ¡Menudo reparto!, de la que esta novela es una suerte de continuación que puede leerse de modo por completo independiente. Es en parte una crónica perpleja de la deriva de Inglaterra –el desmantelamiento de la sanidad pública, las triquiñuelas de la evasión fiscal de los muy ricos, la emigración ilegal…–, en parte una sátira feroz y desternillante de las élites económicas, y también a ratos una narración detectivesca a la antigua usanza y un tronado relato fantástico con monstruos. Resultado: una novela adictiva y una nueva muestra del inigualable talento del autor para construir tragicomedias con cargas de profundidad sobre la desquiciada realidad del mundo contemporáneo.