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Joris-Karl Huysmans

A contrapelo

El duque Jean Floressas des Esseintes, último descendiente de una anti-quísima familia de la aristocracia, cansado de París y de un mundo «mayormente compuesto por rufianes e imbéciles», vende su heredad, se hace con unas rentas comprando deuda del Estado y se retira en una casita en Fontenay-aux-Roses, «lejos del constante diluvio de estupidez humana». Tiene treinta años y ya se ha hartado de todo, incluso de sus propias extravagancias, como dar cenas «de duelo» con manteles ne-gros y una orquesta que toca marchas fúnebres. En su nueva residencia solo aspira a la soledad, a vivir de noche con luz artificial, en compañía de su biblioteca de autores desdeñados de los últimos tiempos del Impe-rio romano, sus cuadros de Gustave Moreau y Odilon Relon, y un acuario con peces mecánicos. De la naturaleza ya solo piensa: «qué monótono almacén de praderas y árboles, ¡qué agencia banal de monta-ñas y mares!». Cuando Joris-Karl Huysmans, hasta entonces seguidor de Zola, publicó en 1884 A contrapelo, sorprendió y escandalizó a sus contemporáneos, que no comprendieron la nueva intensidad con que un escritor formado en el naturalismo afirmaba que el arte era superior a la vida y que las cosas debían parecer verdaderas pero, «por supuesto», no serlo. Pero, heredera del dandismo y de Baudelaire, no tardó en con-vertirse en lo que se dio en llamar «la Biblia del decadente». Ciertamen-te, la novela sacude aún hoy la imaginación: su creación de otros mun-dos excesivos es un durísimo asalto a las concepciones mezquinas de la realidad pero es de tal envergadura que no solo se define a contraco-rriente sino que acaba teniendo valor y sentido por sí misma.
287 printed pages
Original publication
2025
Publication year
2025
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Quotes

  • Iranyelahas quoted13 days ago
    Pero, esa noche, des Esseintes no tenía ningún deseo de escuchar el sabor de la músic
  • Iranyelahas quoted13 days ago
    analogía se prolongaba aún más: existían relaciones de tonos en la música de los licores;
  • Iranyelahas quoted13 days ago
    Por ejemplo, el curasao seco, al clarinete, cuyo canto es agridulce y aterciopelado; el cúmel, al oboe, cuyo timbre sonoro nasaliza; la menta y el anisado, a la flauta, a la vez dulce y picante, chillona y suave; mientras que, para completar la orquesta, el kirsch suena furiosamente como la trompeta; la ginebra y el whisky arrasan el paladar con sus estridentes estallidos de pistones y trombones; el aguardiente de orujo retumba con los ensordecedores estruendos de las tubas, mientras ruedan los golpes de trueno del címbalo y del tambor, golpeados con fuerza, en el velo del paladar, por los rakis de Quíos y los retsinas21.

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