Es como limpiar el suelo sucio con una escoba o con una fregona mojada: si usas la escoba, gran parte del polvo se eleva en el aire y vuelve a caer sobre los objetos de la habitación; si usas la fregona mojada, en cambio, el suelo queda reluciente y limpio. El silencio es como la fregona húmeda, aleja para siempre la opacidad del polvo. La mente es prisionera de las palabras, si hay un ritmo que le pertenece es el ritmo desordenado de los pensamientos; el corazón, en cambio, respira, es el único que late entre todos los órganos, y es ese latir lo que le permite entrar en sintonía con otros latidos más vastos.