A su vuelta se enteró de que Alvarado había hecho un desastre y la ciudad se había alzado. Moctezuma estaba muy enojado. Durante una discusión, Alvarado, borracho, apuñaló al tlatoani. A Cortés le dio pena porque le caía bien, pero consintió que le metieran un palo en el culo para sacarlo al balcón y sacudirlo como una marioneta hasta que alguno de sus súbditos, que ya estaban emputadísimos, le arrojara una piedra.