De qué insectos disfrutas pues en el lugar de donde vienes? —se interesó el Mosquito.
—No creo que disfrute precisamente de ninguno —explicó Alicia—, porque les tengo algo de miedo… Al menos a los más grandes. Pero puedo decirte los nombres de algunos.
—Y ellos, desde luego, responden a sus nombres —dio por hecho el Mosquito.
—No sabía que hicieran eso.
—¿Y de qué les sirve tener nombres —dijo el Mosquito—, si no se dan por aludidos?
—No les sirve a ellos —dijo Alicia—, sino a la gente que se los pone, supongo. Si no, ¿por qué tienen nombres las cosas?
—No sabría decirlo —dijo el Mosquito—. Allí en el bosque no tie