William Oliver Gant -cuyos antepasados se habían asentado en Pennsylvania— había sido aprendiz de cantero. Se trasladó finalmente al Sur y, después de dos matrimonios, llegó a Altamont, pequeña ciudad de montaña que es el equivalente ficcional del Asheville natal del autor. Allí conoció a Eliza Pentland, que venía de una establecida y excéntrica familia de esa región. Después de un noviazgo formal se casó con ella. Incluso entonces, Gant era un hombre salvaje y exuberante, capaz de borracheras épicas y dueño de una vitalidad indomable. A finales del siglo XIX, con más de 50 años, concibió su último hijo. Con esta introducción extraña y retrospectiva se establecen las circunstancias de los primeros años de Eugene Grant y los eventos de su primera infancia se graban y cuentan extensamente.